Por mor da teima do Goberno de querer regular todo o que escapa do seu control, dirixiron a mirada nas últimas semanas ás redes sociais, polo que dende o diario coruñés La Opinión convidáronnos a debater sobre o tema a tres apaixoados da materia (o avogado Víctor Salgado, o informático Iván Louzán e ao que subscribe) nunha conversa que recolleron onte na súa publicación (concretamente nas páxinas 12 e 13):
Expertos en redes sociales critican la presión sobre los internautas por sus comentarios
- Los especialistas apuestan por que los usuarios conozcan sus derechos para un uso responsable de las herramientas
- Exigen límites en la identificación de ciudadanos por sus acciones en la red
Las denuncias y sentencias dictadas en los últimos meses contra usuarios de redes sociales como Twitter o Facebook han sembrado el debate sobre los límites de conducta y la privacidad en estos medios. Tres expertos en la materia muestran su punto de vista sobre la legislación en las redes sociales y la necesidad de aprender a manejar estas herramientas con seguridad.
Marcus Fernández: Vemos cómo se están tomando acciones desproporcionadas contra comentarios que, en muchas ocasiones, no son en serio. Aunque se hagan de forma despectiva, está claro que no es riguroso perseguir a alguien por ese comentario. Me parece, como mínimo, excesivo.
Víctor Salgado: Los usuarios tienen que ser conscientes sobre las opiniones que vierten. No es lo mismo una conversación privada, por ejemplo en un partido de fútbol, en la que uno está rodeado por miles de personas. Ahí nos ocultamos, frente a un medio escrito y documentado que puede llegar a decenas, cientos o miles de personas. En redes sociales, uno de los elementos fundamentales como es el anonimato no es aplicable. Quitando excepciones de cuentas falsas, en buena parte de los casos son personas que se han identificado en tiempo récord. Hay una sensación de impunidad, pero seguimos pensando que es lo mismo escribir en una red social que hablar en un bar.
Iván Louzán: Yo no veo ninguna diferencia entre lo que dijo, por ejemplo, Andrea Fabra, o lo que se dice en redes sociales. Hubo dirigentes del PP que criticaron a las Marchas por la Dignidad por ser miembros de ETA, que es criminalizar y llamar terroristas a personas, pero a esos señores no les pasa nada. Luego llega el usuario Alba Corazón Negro, dice una chorrada y “que vivan los Grapo”, por lo que es condenada. Eso es una doble moral, que criminaliza los comentarios de un sector cuando los del resto les da igual. Estoy cansado de leer lo de “métele dos tiros a los rojos y tíralos a una cuneta”. Con eso no pasa nada, pero si insultas a uno del PP van a por ti. El ejemplo deberían darlo las cúpulas más altas, es decir, medios de comunicación y clase política. La realidad es que hay políticos haciendo el mismo discurso de odio e insultos y no pasa nada.
M.F.: Lo que me parece también excesivo es el ponerse a identificar a gente por algo que todavía no se sabe si es ilegal o delito. Para investigar hay que pedir unos historiales de operadores de acceso a internet, una serie de información que es muy sensible y para casos graves, como narcotraficantes o terroristas, no por un insulto. Que nos identifiquen es como si nos pidiesen el DNI cada vez que nos cruzamos con un policía por la calle. Hay que poner límites a la identificación de la gente.
V.S.: Es cierto que la ley se aplica a todos por igual, otra cosa es cómo se actúe. Los delitos suelen ser dirigidos contra el honor, aunque en ocasiones se intentan engarzar apologías, que es algo más complejo. La apología del delito en nuestra legislación es muy restrictiva. Es apología del terrorismo cuando se provoca directamente la violencia, no cuando se comulgan ideas. Debemos tener en cuenta que los delitos contra el honor son privados, es decir, que la policía no actúa de motu proprio con dos excepciones: por una injuria ante el jefe del Estado y en el caso de menores de edad. En el resto de los casos, es el agredido el que tiene la posibilidad de ejercer estos derechos. Por lo tanto, no cabe que las autoridades actúen por defecto. Por un delito que no es grave, no se puede acceder a datos privados de una persona en base a la Ley de Protección de Datos de 2007. Aunque el Tribunal de Justicia de la Unión Europea acaba de tumbar la directiva que le sirve de base, por lo que habrá que ver si la ley sigue en vigor. La tensión que había de que la Ley de Conservación de Datos se ampliara a delitos no graves ha quedado bastante cuestionado. Si queremos proteger nuestros derechos, debemos defenderlos.
M.F.: En el caso de sentirnos agredidos hay dos canales para poder actuar ante la ley. No es lo mismo una denuncia que una querella. Una denuncia se da cuando hay un delito grave contra nosotros y las autoridades deben actuar. En cambio, solo vemos a los famosos poniendo querellas, porque la Justicia ya no nos sale tan barata.
V.S.: La diferencia fundamental jurídica es que, con la querella me persono yo en la causa, mientras que en la denuncia no. En este caso, al ser un delito privado, se exige una querella.
I.L.: Son delitos del ámbito privado, pero tenemos un montón de detenidos en donde ha actuado la Fiscalía de oficio. En muchas ocasiones son cortinas de humo mediáticas. Las Marchas de la Dignidad se han criminalizado, pero habría que saber cuánto nos está costando todo esto. Es un coste económico y de recursos que podrían estar siendo utilizados para otras cosas en vez de usarse para criminalizar a ciudadanos. Para mí hay una coartada a dos principios básicos: la neutralidad de la red y la limitación a la libertad de expresión. Internet es el mayor medio de transmisión de mensajes que ha tenido jamás la humanidad, y quieren ponerle freno.
M.F.: La gente no es consciente de que hay debates que no son públicos y tampoco sabe cuando alguna cosa que cree que es privada, sí es pública. Twitter es totalmente pública, en cambio Facebook sí tiene parcelas que son privadas.
V.S.: Estamos asistiendo a un cambio de paradigma. Nunca hubo algo como la red. Toda evolución tecnológica ha supuesto un cambio en las estructuras de la sociedad. Por primera vez se puede llegar a cualquier persona en cualquier lugar del mundo, y esto cambia los esquemas, tanto a nivel económico como político o social. Lo que hace unos años era una bravuconada en casa, ahora puede llegar a cientos de miles de personas. La palabra miedo es consustancial a todo cambio, porque tenemos miedo a todo lo desconocido. Supongo que estaremos ante un 30 o 40% de alfabetización digital, un nivel muy importante. Esto es como un juguete nuevo que nos han puesto en casa. La red es una herramienta poderosa, por eso hay que saber cómo utilizarla. Tenemos que hacer un trabajo de alfabetización enorme.
I.L.: La gente todavía no es consciente de que lo que escribe en Twitter puede llegar a millones de personas, porque cualquier contenido puede ser viralizado. Un ejemplo muy práctico es el maquinista del Alvia, se logró una captura de imagen de su cuenta en Facebook que sirvió para criminalizarlo, mostrando cómo se jactaba de la velocidad a la que iba, independientemente de si es culpable o no. No sabíamos de qué era la foto ni de cuándo. Hay que tener todo muy en cuenta. La sentencia que ha habido sobre el derecho al olvido me parece algo inasumible e improbable, no podemos quemar las hemerotecas. Habría que poner algún tipo de limitación para todas aquellas cosas que sean mentira, pero si se ha cometido un error, hay que asumir las consecuencias.
V.S.: La sentencia supone un cambio de paradigma, hasta este momento había que dirigirse a la fuente para ser borrado. Pero de un medio de comunicación o del Boletín Oficial del Estado es imposible. La sentencia quizás se haya pasado equilibrando la balanza, pero habrá que ver cómo se cumple. Si yo ya no soy moroso, debería tener derecho a poder aportar el documento en el que se reconoce que ya he pagado esa deuda. Pero es que el abuso antes era sistemático, había miles de personas que antes buscaban empleo y nadie leía sus currículums. Las empresas buscaban su nombre en Google y, si tuvieron la mala suerte de haber sido sancionadoa orinando en la calle, veinte años después siguen estando en Google. Puede seguir en las hemerotecas, pero no posicionado encima de otras cosas. Se equilibrará por la vía del ejercicio a esos derechos.
M.F.: ¿No cree que la gente que tiene una imagen negativa en internet viene derivado de no haber cuidado su imagen anteriormente? Si esa gente tuviese su página de Facebook o su currículum de LinkedIn actualizado, aparecería en las primeras búsquedas de Google.
V.S.: Sí, pero estamos criminalizando a personas por no tener los conocimientos ni la habilidad para utilizar herramientas. Hay mucha gente que tiene miedo paralizante a estar en internet, aunque hoy en día no es una opción.
M.F.: Hay un ponderador llamado Klout que mira tu relación en redes sociales, porque considera que si no tienes contactos ni actividad es que no tienes relaciones con la gente, y si no tienes relaciones, no te quieren en su empresa.
V.S.: Estamos ahondando en una brecha que deja marginada a una parte importante de nuestra sociedad. Personas que, o bien voluntariamente o por desconocimiento, no están de una manera adecuada en la red. Pero hay personas que están desde un primer momento con cuentas de Tuenti o Facebook usadas a nivel personal. Algunos de ellos intentan acceder ahora a su primer empleo, pero todas las imágenes y comentarios que hicieron aparecen indexadas, poniendo en peligro una entrevista profesional. ¿Hay que obligar a la gente a borrar todas sus cuentas? No se puede tolerar que la red no se olvide de ti.
I.L.: Hay que tener mucha precaución al usar una red social porque es tu imagen. Lo dice todo sobre ti, y si te dedicas a poner insultos, es normal que alguien se cabree y te denuncia. Si se tiene a esa persona delante físicamente, ¿se atrevería a insultarle? Hay que atenerse a las consecuencias.
V.S.: Claro, hay leyes a las que uno se puede oponer, pero hay que prever las consecuencias. Suelo citar un libro de Virgina Shea, en que las únicas reglas que se aplicaban en internet eran las de etiqueta. La primera regla era comportarse en la red en los mismos estándares que en la vida física.
M.F.: Creo que no hace falta legislar para proteger distintos ámbitos de nuestra vida. Las fotografías de la borrachera podemos compartirlas solo con los compañeros de esa borrachera. Podemos elegir a qué público nos dirigimos. No podemos utilizar la ley para solucionar la pereza de los usuarios.
I.L.: El problema en este país es que legislamos a golpe de lo que pasa. Y es un problema mayor cuando se crean las leyes cuando eres el perjudicado, como pasó con la Ley de Seguridad Ciudadana.
V.S.: El legislador también tiene miedo y se desconoce mucho internet, especialmente en el ámbito del legislador. Pero también nosotros debemos ser responsables.
M.F.: ¿Qué pasa con la gente que es irresponsable porque son menores de edad? Pensamos que un bebé con un tablet ya sabe utilizarlo, cuando no sabe para qué es.
V.S. : Nos encontramos con que tenemos huérfanos digitales, niños a los que no les enseñamos cómo comportarse en la red.
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