A revista GQ recolle nas súas páxinas un interesante artigo de Nacho Palou de Microsiervos no que reflexiona sobre os riscos de regalar tecnoloxía, especialmente aos amantes da mesma, pois resulta dificilísimo atinar, como ben conclúe ao final do texto:
En resumen, para emocionar al entendido no basta con acertar. Hay que acertar con precisión de número de serie o un poco menos.
Y la única forma de lograrlo es pedirle directa y abiertamente que escriba en un papel lo que quiere. El modelo exacto con todas sus letras y todas las indicaciones que crea importantes o necesarias. No se puede salir de casa a comprar “un móvil”, “una cámara” o “una videoconsola” para el entendido. En su mundo no existen los genéricos. Existen marcas y modelos. Nombres y apellidos con todas sus letras: un LG Optimus 2X P990… Una Canon 5D Mk II con objetivo EF 24-70 mm f/2.8 L USM… Una Xbox 360 Limited Edition Kinect Star Wars… Va todo junto y no vale abreviar.
La corbata es un regalo en el que, obviando el color, existen pocas variables (o son un número manejable, al menos). En los gadgets cada letra en el nombre del modelo tiene una consideración esencial. No es lo mismo un iPhone 4 que un iPhone 4S. Esa ‘S’ está ahí por algo. De otro modo nadie se habría molestado en ponerla. Marca una diferencia. Cada letra perdida es un paso hacia el abismo de la decepción.
Nin que dicir ten que a min ninguén se atreve a facerme un agasallo tecnolóxico, aínda que si recomendo moitos. Para min a tecnoloxía é algo moi persoal, pois busco ter un ecosistema de produtos que se complementen (por exemplo, son un deses rariños que non quere un iPhone) e tampouco teño un interese especial en acumular trebellos (vaia, que pillar unha Wii U para non usala sería un tanto ridículo). Dito doutros xeito: para os afeccionados á tecnoloxía, sorprender cun agasallo tecnolóxico pode ser tan inconsciente como regalar unha mascota, ou sexa, algo a evitar a toda costa.
Debe estar conectado para enviar un comentario.