Don Antonio Mourelle sae en El Progreso

Diego avisoume hoxe por SMS de que Mourelle saía en El Progreso, e cando fun a Parrado a mercar o exemplar para levarllo aos meus pais levei toda unha...

Portada de El Progreso
Diego avisoume hoxe por SMS de que Mourelle saía en El Progreso, e cando fun a Parrado a mercar o exemplar para levarllo aos meus pais levei toda unha sorpresa ao ver a un párroco de Melide na portada dun xornal de Lugo.
Como a estas horas xa é difícil facerse co xornal, podedes ler a entrevista de El Progreso na súa versión dixital:

Antonio García: ”Antes que ZP, un cura en Melide practicó la igualdad”
Don Antonio Mourelle

Con su forma de interpretar la labor pastoral, Antonio García Mourelle (Monterroso, 1926) llenó de vida joven los templos de Melide que cuidaba. «Tenía la parroquia con más chavales para confirmación de Galicia», asegura. Las cifras y la voz de su parroquia y de la comarca de A Ulloa lo corroboran. Acercó la palabra sagrada a través de la música y en contacto con los jóvenes. Aunque ya no es cura titular, considera que no se ha jubilado: «Estoy adscrito a la parroquia y ya me han llamado para cuatro bautizos».

Más de 300 personas en su homenaje constataron que deja huella.
Este homenaje fue promovido por el Foro Reyes Católicos, con Miguel Pampín al frente. Es importante decirlo, porque al frente de estas cosas siempre hay una persona.

Entre sus hitos queda la reunión de cientos de fieles para confesarse.
Yo prefiero hablar del sacramento de la penitencia. Lo que me interesaba era que la persona cuando se acercaba lo hiciera convencida; siendo fiel a unos compromisos. Sólo pretendía que la gente acudiese convencida, pero sin temor.

¿Cree que lo conseguía?
Bueno, las iglesias estaban llenas. En Semana Santa, por ejemplo, había 14 actos penitenciarios previstos. Les pedía a los feligreses que hiciesen la penitencia mirando adelante, no mirando atrás; que estuviesen a gusto con ellos mismos, con intención de no pecar en lo siguiente. Si Dios no les iba a pasar factura, vaya, no iba a pasársela yo.

Es un modo muy relajado de interpretar el sacramento.
Mire, lo esencial, lo fundamental, que tiene la Iglesia es el sacramento de la penitencia y confesión. Y se está perdiendo.

Después de cuarenta años en Melide, ¿aprecia entonces un cambio de mirar hacia la Iglesia?
En el caso de Melide, hoy se acude con más satisfacción a la iglesia. Creo que se entiende la misión pastoral. A mi me vienen a veces chavales y me paran por la calle para decirme: ‘Mourelle ven aquí, por favor, dame una absolución que me voy a examinar a Santiago’. Qué bonito es esto.

Su labor se ha significado por la pasión por la cultura.
Sobre todo, la música, que es la expresión más agradable que la gente puede recibir. ¡Hasta a las fieras les agrada! Ayuda en todo. Es la mejor manera de acompañar. Yo entiendo que la vida es una música. Y eso es lo que pretendía transmitir a la gente, la alegría con un sonido agradable. Cuando podía, llevaba a los chicos a una excursión, a ver a Francisco o a Raphael a ‘Dona Dana’.

Con los jóvenes tuvo una forma peculiar de realizar la labor pastoral. ¿Se sintió valorado?
Cuando alguien hace un cambio, le cuesta asumirlo a los que no están acostumbrados. Yo no fui ni rupturista ni renovador. Fui realista. Hay que saber adaptarse a cada momento.

¿Fue así como surgió la idea de las fiestas para los chavales?

Fui a guateques, lo mismo que también fui a Madrid para ver cómo era el tema de la droga. Así podía entender y opinar. Y la primera discoteca que hubo en Melide la monté yo. Se llamaba Cire. La hice mixta, en el año 1968 ó 1969. Eso que dice ahora Zapatero de grupos mixtos y la igualdad, pues mire, mucho antes lo practicó un cura de Melide. Este cura podía ser juzgado desde muchos puntos de vista. Pero no sucedió. Pasaba que allí había 500 chicos y chicas que eran felices, con tres televisiones, cuando en todo el municipio habría otros cinco. Y de allí salieron muchos matrimonios.

¿Y qué sucede ahora?
El problema que tenía ahora con la juventud es cómo podía divertirlos. No podía llevarlos a una excursión. Ellos lo que quieren es una fiesta con botellón. Por mi no hay problema en que le echen vino a la Coca Cola, porque un poco no les hace daño. Pero si se sabe que se lo permito, me irían encima. Ya no sé cómo estimularlos.

Do artigo admito que hai unha frae en concreto que coido que sobra, porque me parece que converte unha homenaxe á dedicación dun párroco nun mérito persoal dun político e iso só crea malestar na vila. O que non deixo de preguntarme é por qué, se a homenaxe a Don Antonio foi o pasado domingo, saíu en El Correo Gallego onte e en El Progreso hoxe. ¿Alguén lle atopa algunha explicación ao asunto?

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